lunes, 8 de junio de 2009

AYALA Y SU DOBLE: Accésit Premio Francisco Valdés de Periodismo Cultural 2009


Imagino a Francisco Ayala paseando estos días por la ciudad de su infancia. Él ha escrito estremecedores textos sobre sus impresiones cuando regresó a Granada después de años de exilio. Ayala pasea y al doblar las esquinas adivina las plazas, la memoria se adelanta a la percepción y recuerda casas que ya no existen y se topa con los fantasmas de todos aquellos que vio morir.

Francisco Ayala en el Hay Festival que se celebra estos días en Granada (*) contempla su larga vida y debe de tener la impresión de que es otro el que camina junto a él. Un doble o alguien que quizás inventó en un relato y que se escapó de las páginas para acompañarlo hasta el final del cuento de la vida. La criatura literaria que camina junto a este Ayala centenario es la que a veces le susurra al oído lo que el escritor ha olvidado o cree haber olvidado. Ayala se agarra a su personaje, que a veces le sirve de cayado con el que intenta subir la larga cuesta de la vida. Y es esa sombra feliz la que le relata las anécdotas de su infancia que vagaban huérfanas en la desmemoria.

La memoria de Ayala es alta y divaga por las alturas de la torre de Comares. Es larga como el Paseo de los Tristes. Y dorada como es la luz de las ciudades donde los siglos se esconden en el cadáver del aire. Ayala camina con su otro yo y con todas las sombras de su vida, arrastrando una cola enorme de recuerdos, unos enmohecidos por el tiempo y otros vivísimos y recientes. Se asoma al balcón de su biografía -a estas alturas un emocionante novelón por entregas- y siente vértigo al contemplarse a sí mismo de puntillas sobre los años. Ese vértigo es el que le hace pensar si es el verdadero protagonista de su historia. Es entonces cuando mira de soslayo al otro y se convence de que él es sólo el autor, el que escribe esta larguísima historia. Debe de ser el otro el que conoció la Granada de principios del siglo XX, casi la Granada la bella de Ángel Ganivet; el que acudía a los cafés de las tertulias de Madrid; el que conocía a los diputados republicanos; el que vio el horror de la Guerra Civil; el que ya era un hombre maduro en la Segunda Guerra Mundial; el que sufre el exilio de la España peregrina; el que escribe; el que sueña; el que ahora contempla esta España que le homenajea por lúcido centenario; el que duda.'Pero ¿seré yo ése al que aplauden?'. Para sumergirse de nuevo en su extrañeza de siglos.


(*) Artículo publicado en EL MUNDO de Andalucía el 3 de abril de 2008 y premiado con el accésit del Premio Francisco Valdés de Periodismo Cultural 2009

3 comentarios:

Antonia dijo...

¡¡ENHORABUENA!! (Esto sólo viene a confirmar algo que muchos ya sabíamos: que eres la mejor pluma de toda la prensa de Andalucía y una de las mejores de España).

Olivier Franconetti Benamor dijo...

Vale!...e para ti...

"de Sanchez Mejias,dicen los gitanos que versitos de oro escribia"

salud!

The gunner dijo...

Enhorabuena Eva, has sabido darle a Ayala la hermosura que merece. Por su vida, por su obra y por su presencia. Alguien tan grande como Ayala, homenajeado sin necesidad de ser un espectro de nuestro recuerdo. Ni una víctima amarga de nuestra guerra. Orgullo de su tierra y regalo de la literatura universal. Saludos