miércoles, 28 de octubre de 2009

UNA NOVELA EUROPEA


Eva Díaz Pérez se trasladará a Praga, Viena y Verdún en la I Guerra Mundial para ofrecer una "novela muy europea
"
Fuente: EUROPA PRESS

La escritora Eva Díaz Pérez se trasladará a Viena, Praga y Verdún durante la I Guerra Mundial para a través de la visión de cuatro personajes centroeuropeos recorrer el siglo XX en el Viejo Continente en su nuevo trabajo literario, que definió como "una novela muy europea".En declaraciones a Europa Press, la escritora y periodista sevillana, que participa hoy en el ciclo 'Obra inédita', organizado dentro del programa 'Letras Capitales' del Centro Andaluz de las Letras de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, señaló que tras sus tres primeras obras, 'Memoria de cenizas', 'Hijos del mediodía' y 'El club de la memoria', que se vieron como una trilogía nacional sobre tres episodios de la historia de la España que no pudo ser, ahora "le apetecía cambiar de escenario", confesó. Así, según precisó, su nuevo trabajo literario, que entregará a finales de años a la editorial Destino, se ambienta en las ciudades centroeuropeas de Viena, Praga y de Verdún, lugar donde ocurrió una de las grandes batallas de la I Guerra Mundial. Este cambio de registro, "un reto", según Díaz Pérez, era "necesario, pues lo asume como una reinvención". Presentó su nueva obra como "una novela muy europea", aunque indicó que "desconoce si ésta es el principio de una trilogía sobre el Viejo Continente". La obra, en la que aún trabaja arranca en la I Guerra Mundial, de la que apuntó que "al no haber participación española es un poco desconocida y queda más lejos, incluso en bibliografía no hay mucho, aunque detecta un creciente interés"."La primera guerra moderna, una auténtica carnicería, da comienzo a las pesadillas del siglo XX, ya que es el primer paso para todas las atrocidades que acontecieron en la pasada centuria", indicó. Díaz Pérez, adelantó que la historia unirá a cuatro personajes del centro del continente a través de los que contará la historia del siglo XX. La finalista del Premio Nadal 2008 con "El Club de la Memoria", que hablará hoy en la Biblioteca Pública Infanta Elena dentro del ciclo 'Obras inéditas' sobre su nuevo trabajo literario, confesó que "a los escritores en ocasiones les apetece contar lo que están haciendo y no lo que ya han escrito", por lo que calificó de "positiva" la iniciativa del Centro Andaluz de las Letras.La periodista del diario El Mundo indicó que, aunque hay aspectos similares entre la literatura y el periodismo como la narración de una historia o el hecho de partir de la realidad a la hora de acometer la ejecución de la escritura, afirmó que la principal diferencia radica "en la creación de un mundo propio, alejado de la realidad". En este sentido, continuó diciendo que "el periodismo tiene cosas buenas, porque el oficio de escribir hace que los periodistas que escriben literatura no tengan tanto miedo a las páginas en blanco como otros escritores". Si bien, aseguró que "el vértigo del tiempo y las prisas no se trasladan al mundo de la literatura, pues aquí hay que trabajar con otros tempos, reposado y con mil revisiones". No obstante confesó que sus tareas de periodistas y escritora "se retroalimentan".

Díaz Pérez declaró a Europa Press que en líneas generales la actual "no es una época de excesiva calidad en determinados títulos, donde aparecen novelas de usar y tirar, novelitas de evasión o pseudohistóricas, que hacen un flaco favor a las novelas como tal bien argumentadas". Pese a esto, reconoció que "éstas controlan el mercado editorial, en el que siempre quedan autores desconocidos y con calidad literaria". Pese a esta crisis literaria o la económica, que las editoriales "aguantan" mejor de lo que esperaba, Díaz Pérez aseguró que "la peor es la situación actual que atraviesa el periodismo, en concreto, la prensa escrita, despistada por los medios digitales". A la crisis económica y ética, hay que sumar, según la escritora, una de contenidos y de no saber hacia dónde se va". La autora sevillana señaló que la prensa escrita debería apostar en estos momentos por "un periodismo de reflexión y trabajado, frente a las urgencias e inmediatez que dan las agencias o los medios digitales".

jueves, 22 de octubre de 2009

EL TORO DE ESPAÑA: Accésit Premio Unicaja de Artículos Periodísticos 2009

Aparecía como un monstruo terrible en el horizonte. Me daba miedo su sombra negra, gigante, de ogro de aquel campo que atravesábamos. Yo quería huir, pero sucedía lo contrario. Nos dirigíamos hacia él sin remedio y cuando la carretera se acercaba me quedaba contemplándolo asustada y fascinada, tranquila porque había descubierto que no se movía, que estaba allí, sereno y majestuoso dueño del paisaje.
Con el tiempo, aquel toro de Osborne se convirtió en el juego que teníamos los niños de una época sin videojuegos ni películas que nos entretuvieran en los largos viajes en coche. Como nada nos distraía, imaginábamos. Y el toro de Osborne era el ogro de los cuentos de un road-movie en el que éramos héroes o heroínas. Recuerdo perfectamente los lugares del toro y puede que sea el toro de Alcalá de los Gazules –N-440 kilómetro 48– el que mejor recuerdo, quizás porque ese paisaje de dehesa era su paraíso natural. El toro gigante parecía pastar entre los suyos, que se tendían a su sombra, la sombra del pater de todos los toros.
El toro de Osborne cumple 50 años. Fue en noviembre de 1957 cuando se colocó el primero. Era de madera y sólo medía 4 metros. El punto cero fue la carretera N-I en Cabanillas de la Sierra. Qué susto daría la sombra negra del morlaco a los primeros que lo contemplaron en la quietud de esos campos españoles. Los juegos de perspectiva crearían un efecto fascinante, imposible y aterrador. Manolo Prieto, su creador, no pudo sospechar que había creado un símbolo.
¿Cuántas lluvias, cuánto sol y cuánto viento han caído sobre estos toros tan españoles? Desde aquellas grises y sucias ventoleras de los años cincuenta hasta la década de los ochenta en que estuvo a punto de caer por las leyes de publicidad en las carreteras. Y así hasta convertirse en un icono, en una identidad, en símbolo de un país excesivo que mata y que ensalza a este animal, en parte de un imaginario colectivo que se cuela incluso entre los fotogramas eróticos de Jamón, jamón de Bigas Luna, o en la casi ‘performance’ que en un lugar de Extremadura lo trasviste de vaca suiza con rosadas ubres para denunciar la desigualdad entre géneros.
El toro ha servido para todo. Trota por la geografía española y tiene hasta mártires, como el morlaco de El Bruc, el único que quedaba en Cataluña y que destrozaron unos independentistas que se hacían llamar Hermandad catalana La Bandera Negra. Parece que en vez del toro enorme preferían el burro o ruc catalán como símbolo. Pues eso.

(*) Artículo publicado en EL MUNDO de Andalucía el 25 de octubre de 2007 y premiado con el accésit del XXVI Premio Unicaja de Artículos Periodísticos.

sábado, 29 de agosto de 2009

LOS TRES DÍAS SEVILLANOS DE LORD BYRON

Año 1974. Se cumplen 150 años de la muerte de Lord Byron y con ese motivo, el Victoria and Albert Museum de Londres organiza una gran exposición dedicada al poeta inglés. En una vitrina, los visitantes observan extrañados una trenza de color castaño «de tres pies de largo». ¿De quién sería? ¿Alguna dama abandonada tras ser seducida por el apuesto escritor en sus viajes por Europa?
Aquel cabello conservado casi como una reliquia perteneció a una joven llamada Josefa Beltrán y forma parte de la brevísima crónica de los tres días sevillanos de Lord Byron. La mata de pelo era parte de la colección de John Murray, descendiente del historiador que editó las obras de Byron. La historia de aquella sevillana, llamada Josefa Beltrán, la relató el propio Byron en las cartas que desde Gibraltar enviaba a su madre.
Lord Byron llega a Sevilla en el verano de 1809. Tenía 21 años y había terminado sus estudios en Cambridge. Era el momento de iniciar el tradicional Grand Tour que los jóvenes pudientes realizaban por Europa. Sin embargo, George Gordon Byron no escogerá el itinerario habitual por Holanda, Alemania y Suiza hasta llegar a Italia. Él, espíritu osado del Romanticismo, elegirá el menos transitado que le llevará por Portugal, España, Malta, Turquía y Grecia, donde moriría años más tarde luchando por su independencia.

Retrato de Lord Byron.
El viaje lo hará con su buen amigo John Cam Hobhouse y sus respectivos sirvientes. Parten el 2 de julio de 1809 de Falmouth en Cornualles a bordo del barco correo 'Princess Elizabeth'. Después de recorrer Lisboa y Sintra entran en Sierra Morena el 25 de julio y llegan a Sevilla a finales de mes quedando el poeta sorprendido por el estado de las carreteras españolas y por haber tardado sólo cinco días en llegar de Lisboa a Sevilla.
La Sevilla de ese verano de 1809 es una capital turbulenta, ya que la nación se encuentra en guerra con la Francia de Napoleón y la capital andaluza es la sede del Gobierno español con la Junta Central establecida en los Reales Alcázares. «Allí pudo ver a Agustina de Aragón, paseando con cierta ostentación por los lugares más concurridos, con sus condecoraciones y medallas, por indicación de la Junta Central», apuntaba Esteban Pujals, profesor emérito de la Complutense y catedrático de Literatura Inglesa en el artículo 'Lord Byron en Andalucía' publicado en el número 196 de la revista Archivo Hispalense en el año 1981.

Casa en la calle Cruces
El edificio donde se alojó Lord Byron en aquel verano se encontraba en el número 19 de la calle Cruces –hoy el 21 de la calle Fabiola– y nada queda de aquella casa de huéspedes que fue reformada a mediados del siglo XIX. La casa pertenecía a dos señoritas solteras, las hermanas Beltrán, Josefa y Teresa, que eran dueñas de seis casas.
Según el profesor Esteban Pujals, «Sevilla le gustó a Byron, visitó los monumentos más importantes y recordó siempre la catedral como una de las más hermosas que había visto». Además, durante su estancia sevillana mantuvo una entrevista con John Hookham Frere, poeta y futuro amigo en Malta del duque de Rivas, que entonces era el embajador inglés en España.
Doña Josefa –«Donna Josefa»– era novia de un oficial del ejército español y, a pesar de ello, quedó fascinada por la belleza de Byron y le sugirió que la visitara en su habitación ya adentrada la madrugada. Pero Lord Byron no lo hizo y en la carta que le escribió a su madre le comentaba lo desconcertado que le dejó la actitud ‘descarada’ de doña Josefa. Él, que tendría una vida disoluta de libertino.
Al parecer, Josefa con zalamería se lo reprochó al día siguiente y añadió que ya había tenido a otros amantes ingleses y que era una pena porque pronto se casaría con el oficial español. Fue entonces cuando se cortó la larga trenza y se la entregó al sorprendido poeta.

Camino de Jerez
Lord Byron abandonó Sevilla el 28 de julio camino de Cádiz. Pasó por Alcalá de Guadaíra, Utrera y Jerez, donde probó un excelente vino en unas bodegas situadas en la calle San Andrés 7.
En El Puerto de Santa María vio una corrida de toros y en Cádiz –que le pareció la ciudad «más bonita y limpia de Europa»– compartió una noche de ópera en el palco de una hermosa joven, hija del almirante de Córdoba, y que algunos investigadores aseguran que pudo inspirarle el poema ‘The Girl of Cadiz’ (La joven de Cádiz).

(Artículo publicado en El Mundo el día 28 de agosto de 2009)

lunes, 8 de junio de 2009

AYALA Y SU DOBLE: Accésit Premio Francisco Valdés de Periodismo Cultural 2009


Imagino a Francisco Ayala paseando estos días por la ciudad de su infancia. Él ha escrito estremecedores textos sobre sus impresiones cuando regresó a Granada después de años de exilio. Ayala pasea y al doblar las esquinas adivina las plazas, la memoria se adelanta a la percepción y recuerda casas que ya no existen y se topa con los fantasmas de todos aquellos que vio morir.

Francisco Ayala en el Hay Festival que se celebra estos días en Granada (*) contempla su larga vida y debe de tener la impresión de que es otro el que camina junto a él. Un doble o alguien que quizás inventó en un relato y que se escapó de las páginas para acompañarlo hasta el final del cuento de la vida. La criatura literaria que camina junto a este Ayala centenario es la que a veces le susurra al oído lo que el escritor ha olvidado o cree haber olvidado. Ayala se agarra a su personaje, que a veces le sirve de cayado con el que intenta subir la larga cuesta de la vida. Y es esa sombra feliz la que le relata las anécdotas de su infancia que vagaban huérfanas en la desmemoria.

La memoria de Ayala es alta y divaga por las alturas de la torre de Comares. Es larga como el Paseo de los Tristes. Y dorada como es la luz de las ciudades donde los siglos se esconden en el cadáver del aire. Ayala camina con su otro yo y con todas las sombras de su vida, arrastrando una cola enorme de recuerdos, unos enmohecidos por el tiempo y otros vivísimos y recientes. Se asoma al balcón de su biografía -a estas alturas un emocionante novelón por entregas- y siente vértigo al contemplarse a sí mismo de puntillas sobre los años. Ese vértigo es el que le hace pensar si es el verdadero protagonista de su historia. Es entonces cuando mira de soslayo al otro y se convence de que él es sólo el autor, el que escribe esta larguísima historia. Debe de ser el otro el que conoció la Granada de principios del siglo XX, casi la Granada la bella de Ángel Ganivet; el que acudía a los cafés de las tertulias de Madrid; el que conocía a los diputados republicanos; el que vio el horror de la Guerra Civil; el que ya era un hombre maduro en la Segunda Guerra Mundial; el que sufre el exilio de la España peregrina; el que escribe; el que sueña; el que ahora contempla esta España que le homenajea por lúcido centenario; el que duda.'Pero ¿seré yo ése al que aplauden?'. Para sumergirse de nuevo en su extrañeza de siglos.


(*) Artículo publicado en EL MUNDO de Andalucía el 3 de abril de 2008 y premiado con el accésit del Premio Francisco Valdés de Periodismo Cultural 2009

sábado, 30 de mayo de 2009

DE LA VIARDOT A LA MALIBRÁN



Quién lo diría pero Sevilla fue cuna de divas líricas, de voces que llenaron los grandes teatros europeos y cambiaron la historia del bel canto. Fueron dos hermanas que hoy forman parte del altar de los mitos operísticos: Pauline Viardot-García y María Malibrán.
La Viardot fue una gran cantante que además estudió piano con Meysenberg y Liszt, estudió composición con Reicha, llegó a ser la primera extranjera que cantó el repertorio italiano en Rusia, se enamoró de Turgénev y Chopin escribió para ella. Su leyenda continúa.
Sobre su hermana, María Malibrán, se ha escrito mucho –recientemente se ha publicado la novela María Malibrán. Pasión y muerte– y se hicieron películas –Sacha Guitry, Guido Brignone, Werner Schoeter o Michel Jakar–. La mezzosoprano Cecilia Bartoli ha recuperado el repertorio de la gran artista con discos, conciertos y hasta una exposición donde muestra recuerdos de la Malibrán reunidos durante años.
La Malibrán, con su voz de soprano sfogato, tiene historias en cada escenario europeo. Mítico fue su debut en la Ópera de París en Semiramide de Rossini. Y, aunque tenía como rivales a Giuditta Pasta, Rosmunda Pisaroni o Henriette Sontag, ella consiguió ser la gran diva de su tiempo.
Cuando cantaba estremecía a quien la oía y sus actuaciones seguían fuera de los teatros donde el público la seguía y esperaba a que ella saludara desde su balcón. Ocurrió en Nápoles con una multitud enfebrecida por su interpretación de Ninetta en La gazza ladra y que la siguió hasta su residencia en el Palazzo Barbaja en Nápoles. Y una escena similar sucedió después de su actuación en la Scala de Milán por su Norma de Bellini. Los espectadores continuaron vitoreándola hasta el Palazzo Visconti donde vivía. No menos impactante y teatral fue su entierro en Bruselas, así como los textos que le dedicaron sus coetáneos como Alfred de Musset.
En realidad, esta estirpe sevillana tiene su origen en un personaje excepcional, el cantante y compositor Manuel García (1775-1832), padre también de otra célebre figura en el mundo de la música, Manuel Vicente García, maestro de canto e inventor del laringoscopio.
Esta popular familia lírica tiene su origen en Sevilla, donde un niño con grandes dotes para el canto, Manuel del Pópulo Vicente Rodríguez –que su siglo conocería como Manuel García– comienza a dar clases en la Colegial del Salvador. Pronto Sevilla se le queda pequeña y el joven Manuel García se traslada a Cádiz, ciudad más moderna y cuna del liberalismo que serviría para ampliar la gran visión musical del artista.
Precisamente, Manuel García es el protagonista de la última semblanza dedicada a los compositores españoles de la Fundación March. Celsa Alonso, profesora titular de Música en la Universidad de Oviedo y una de las rescatadoras de la figura de García, es la autora de los apuntes biográficos y las claves de la obra del músico. Celsa Alonso asegura que su música se caracterizaba por asumir el legado mozartiano, el bel canto italiano, la ópera francesa, el pintoresquismo romántico, los estereotipos castizos y los exotismos coloniales.
En los últimos años, varios teatros han recuperado sus obras. Como no podía ser de otra forma, el Teatro de la Maestranza puso en escena su Don Chisciotte en 2006. Ha sido una de las pocas ocasiones en que su ciudad natal se ocupó de recuperar a otro más de sus olvidados hijos ilustres.
Pero continuemos con su novelesca biografía. Manuel García debutó en Madrid como cantante en 1798 y en 1805 estrenó su obra El poeta calculista siendo director del teatro de Los Caños del Peral.
Con su bagaje de artista sincrético que era capaz de aunar el el estilo galante aún de moda, la música de Haydn, la ópera cómica italiana y el lenguaje castizo de la tonadilla, se traslada con su amante Joaquina Briones –que sería la madre de la Malibrán, la Viardot y de Manuel Vicente– a París en 1807.
Ese París fascinado por lo español se rinde ante su polo (un tipo de canción de origen andaluz) Yo que soy contrabandista, que reflejaba el mito del bandolero andaluz y que inmortalizarían Victor Hugo, George Sand, Liszt o Schumann.
En Nápoles inició su gran amistad con Rossini y en Roma estrena con gran éxito El barbero de Sevilla en el papel de Almaviva. Había nacido la leyenda del tenor rossiniano.
García modernizó la opera bufa con influencias de la ópera cómica, en Londres fundó una Academia de Canto y publicó sus Exercises and method for singing, fue director del Park Theatre de Nueva York e introdujo la ópera italiana y de Mozart en los Estados Unidos y México. El día de su muerte escribieron que había desaparecido el «premier tenor de toutes les Espagnes».
Publicado en EL MUNDO de Andalucía el 30 de mayo de 2009

miércoles, 4 de febrero de 2009

LOS CUADERNOS ESPAÑOLES DE CORAL GABLES


HACE JUSTO 70 años, Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí llegaban a Coral Gables, un municipio del condado de Miami-Dade en Florida. Era el 29 de enero de 1939 y arrastraban ya el dolor del exilio que marcaría sus vidas profundamente. En estos días se reparten en las calles tan españolas de la ciudad norteamericana ejemplares de Romances de Coral Gables (1948), el tributo que el poeta andaluz rindió al paisaje que le había traído algunas nostalgias de Moguer y el imprevisible retorno del mar, porque fue en este lugar donde se le apareció su «mar tercero».
En Alhambra Circle 160 tenía el matrimonio su casa. Llevaban una vida tranquila, paseaban cerca del mar y por las noches escuchaban en la radio a Toscanini. En el Diario de Zenobia se lee:«Las casas blancas, techos de teja y pinos le recuerdan a Moguer y su nostalgia fluye en verso».
Qué sensación tan extraña imaginar a Juan Ramón paseando por el callejero de Coral Gables. A comienzos de siglo, George Merrick, uno de los rancheros fundadores de la ciudad, cogió un diccionario y eligió los nombres de lugares españoles para el nomenclátor. Años más tarde, un poeta desterrado de sombra amarga y alargada recorrería la Avenida Giralda, donde quizás evocó sus años de poeta adolescente en Sevilla, o las calles Segovia, Valencia o Granada. ¿Con qué amargura diría su dirección, Alhambra Circle 160?
El malagueño José Moreno Villa, otro exiliado, escribiría en su Cornucopia de México lo insólito que era para un español observar los nombres de la geografía española en los mapas de estas tierras del exilio. «Salir de México, llegar a Valladolid y por la misma ruta, siguiendo adelante, llegar a Zamora y después a Guadalajara, resulta cosa mágica».
Estos nombres españoles que aún se leen en Coral Gables están marcados porque se convirtieron en trozos del alma del poeta, en versos de estos romances de Florida que ahora se publican en edición facsímil. Los libros y Juan Ramón tienen en el exilio una historia estremecedora. En Washington recibió de unos amigos libros rescatados del saqueo de su biblioteca en el Madrid de la Guerra Civil. Al abrir uno de ellos, encontró unos jazmines secos guardados por su madre. El viento del pasado entraba a través de las ventanas de la memoria que eran los libros. En otra ocasión, tuvo que firmar uno suyo publicado en España. Olía a humedad del trópico, «como las hojas rastreras de viña en el octubre de Andalucía». Y seguía:«Todos los libros, mis libros, tenían un siglo de existencia, eran de otra rara época, de estraña jente anterior».

jueves, 15 de enero de 2009




MESLIER RECORRE ESPAÑA

UN AUTOBÚS con ‘publicidad’ atea recorre España y hay quien lo anuncia como si llegara el anticristo o una tribu de bárbaros y monstruos sin juicio. Meslier, el cura ateo de las Ardenas, se pasea por España. ¿Estaremos aún en el siglo XVIII y no nos hemos dado cuenta? Es curioso lo que les cuesta a algunos dejar espacio público para que los demás se expresen. Yo espero curiosa a que llegue a Sevilla para ver cómo reaccionan los que se consideran insultados o provocados por estos descarados ateos. Seguro que son los mismos que tienen controlada la ciudad todo el año como escenario y exhibición de sus creencias. Dejen que haya libertad de pensamiento, permitan que se pueda pensar fuera de la Iglesia... Y lean a Michael Onfray y su Tratado de ateología.
De todas formas, no me parece muy acertado el eslogan de la campaña de esta Unión de Ateos y Librepensadores: «Probablemente dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta». No me gusta porque hace el juego a los que piensan que los ateos son gente frívola, hedonistas sin ética ni espiritualidad. En su libro Ateos clandestinos, Agustín Izquierdo explica cómo aparece el ateo en la mente del creyente:alguien sin mucha capacidad de juicio, un insensato de vida desordenada al que no le queda más remedio que no creer en Dios para evitar el castigo divino. Sin embargo, pensar contracorriente –porque es más fácil creer en Dios que no hacerlo– requiere un compromiso intelectual complejo, porque todo en nuestra educación y en nuestra vida cotidiana hace que lo lógico sea ser un crédulo.
A mí me interesa más la vida de los heterodoxos, de los escépticos que se atrevieron a ser salmones contracorriente antes que la de los besugos que nadaron a favor, siguiendo lo que hacen todos. Estos pensadores de vida aberrante, pues así se les consideraba, escribían manifiestos clandestinos, se pudrían en las cárceles, sus obras eran condenadas y, por supuesto, no eran enterrados en camposantos, como recuerda Jiménez Lozano en su ensayo Los cementerios civiles.
Estos personajes –el grupo de Boulainvilliers, Fréret, Du Marsais, La Mettrie, Diderot– hicieron Europa, aunque ahora digan que el ateísmo destroza los cimientos de nuestra cultura. Europa se diferencia precisamente por la racionalización y secularización, por separar Iglesia y Estado. Los pueblos que no tuvieron la modernidad de la Ilustración siguen condenando al infiel, como ocurre con el Islam. Esperemos que esto se recuerde y la crispación intolerante que reina en España no vuelva a imponer sus creencias.

Publicado en EL MUNDO de Andalucía el 15 de enero de 2009